¿Eres un jugador entrenable?
Los médicos, antes de atreverse a operar a alguien, se aseguran mucho de que el paciente sea operable. Si no el remedio puede ser peor que la enfermedad. Para ello llevan a cabo una serie de pruebas, llamadas preoperatorias, como análisis de sangre, electrocardiogramas, y todo lo que haga falta, antes de saber si pueden realizar la operación. Si creen que la persona no es operable, no la operan, o bien evalúan escrupulosamente todos los riesgos que podría implicar hacerlo. Y suelen informar debidamente al paciente antes de tomar una decisión.
La pregunta siguiente es fundamental que sepas responderla con sinceridad: ¿eres entrenable?
El entrenador de un equipo de alto nivel puede hacer algo parecido a lo que hacen los médicos; si cree que un jugador a prueba no es entrenable para él, no lo ficha (dejemos de un lado el tema de los presupuestos del club).
Sin embargo, la inmensa mayoría de los entrenadores pertenecemos a equipos modestos y normalmente tenemos muy pocas posibilidades de elegir en función de si los jugadores son o no entrenables. Además no es fácil darse cuenta con rapidez. El club necesita jugadores y cualquiera le dice a los padres que tienen un hijo que, en apariencia, no es entrenable. Tenemos que estar preparados para entrenar lo que nos echen. Nos guste o no. Así que si creemos que un jugador aún no está en un estado óptimo de entrenabilidad hay que prepararlo debidamente o corremos el riesgo de que nuestra particular operación — entrenar al equipo — acabe con todos en la UCI de manera permanente. Y todo ello, hemos de hacerlo de forma paralela a los entrenamientos habituales del equipo. No solemos disponer del tiempo necesario para hacer un cursillo previo sobre el tema.
Lo que pretendo con todo esto es que tengas en cuenta que nadie va a decirte de entrada si eres o no eres entrenable. Posiblemente ni lo sepan. Pero si no lo eres los problemas aparecerán después. Por lo tanto, tú has de saberlo, has de ser entrenable y, en caso contrario, te has de preparar para conseguirlo. Y, ¿cómo se hace?
Tranquilo, de voy a dar algunas pistas, de lo que en general los entrenadores entienden como un jugador entrenable. Ahí van unas pocas:
Acude al entrenamiento con tiempo suficiente y hazlo preparado, sobre todo mentalmente. Algunos jugadores cuando el entrenador da la señal para empezar entonces necesitan ir urgentemente al servicio, o volver a abrocharse las zapatillas, o un sinfín de cosas más. Mantente en silencio siempre que el entrenador hable (o cualquier jugador que pregunte algo). Escucha activamente, es decir, intenta saber realmente lo que te está pidiendo que hagas, Y HAZLO. No solo, por ejemplo, por dónde has de moverte en un ejercicio, sino cuál es su objetivo. Si no lo has entendido, pregunta. Evita discutir con el entrenador o con tus compañeros. Es cierto que has que tener pensamiento crítico. Guárdalo para ti, intenta hacer lo que te piden y luego, al acabar el entrenamiento, con calma, pregunta. Mantén tu nivel de esfuerzo siempre al máximo, aunque quizás te parezca que determinado ejercicio no lo requiere.
A que te parecen cosas sencillas de hacer. Hasta es probable que tú las hagas siempre. ¿Estás seguro? Parece que sean tonterías pero son cosas que los buenos entrenadores saben valorar. Y en el supuesto de que el entrenador no valore positivamente, si no las haces, entonces es posible que sí las valore negativamente. No le des esa satisfacción. Es evidente que hay muchas más características que definen la entrenabilidad de un jugador. Descúbrelas tú mismo. Ten en cuenta también que cada entrenador es un mundo y puede tener las suyas propias. Intenta averiguarlas.
Para acabar, pregúntate si eres una persona con la cual es fácil o difícil trabajar. Si piensas que realmente es difícil trabajar contigo, empieza ya a intentar ponerle remedio.