¿Entrenas realmente cuando vas a entrenar?

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Acostúmbrate a entrenar y a jugar siempre en modo máximo rendimiento. Sobre todo cuando las cosas te parece que no acaban de salir.

El entrenamiento es el segundo lugar donde se cocina casi todo. De los otros dos lugares, el primero es tu cerebro y el tercero, la competición. Cuando entrenas se supone que estás en el lugar quieres estar y dispuesto a compartir tu baloncesto con un par de entrenadores y unos cuantos jugadores como tú. Son tu equipo y has de darlo todo por ellos.

Hay dos maneras básicas de entrenar: con el equipo o tú solo. Claro que puedes ir con los amigos a echar unos partidos en el parque, pero no es lo mismo. Ahí no entrenas. O mejor dicho, entrenas de manera distinta. Entrenar, tú solo o con tu equipo, es mucho más. Requiere esfuerzo, sobre todo esfuerzo mental, concentración, saber qué haces y para qué lo haces. Son dos escenarios de entrenamiento completamente distintos. En el primero, con tu equipo, suelen decirte siempre lo que tienes que hacer y como tienes que hacerlo. Posiblemente no le van a dejar demasiado margen a tu autonomía. En el segundo, cuando decides entrenar tu solo, es justo lo contrario. Tu decides qué hacer y cómo hacerlo. En ambos casos has de prepararte para sacar tu máximo rendimiento posibles en un día determinado.

En los entrenamientos de equipo, cuando las cosas que te proponen o lo que te piden no te acaba de gustar, es el momento en que tu capacidad de esfuerzo y de concentración han de estar al máximo. Posiblemente no vas a encontrar ningún entorno en el que te encuentres cien por cien a gusto. Ni en los entrenamientos ni en los partidos. En general han de ser, si de verdad te gusta esto, entornos duros y exigentes. Es la ley de la mejora y es bueno que lo sepas desde el principio. Acabarás mucho más satisfecho de ti mismo y de tu equipo, al entrenar o al jugar, si las cosas te las han puesto difíciles, si el esfuerzo ha sido importante.

Al acabar de entrenar, pasados unos minutos, cuando ya estás en casa tranquilo, evita preguntarte si el entrenamiento ha ido bien o no. Pregúntate qué ha sido lo mejor del entrenamiento y apúntalo.